
El edificio del Consejo de Ministros, una construcción relativamente reciente en el complejo de La Moncloa —se levantó en 1989, con Felipe González como presidente, antes las reuniones era en el palacio que ahora es solo residencia— vivió este martes un ambiente absolutamente frenético en las distintas salas que tiene, que derivó en el acuerdo con Junts. Todo empezó con un cambio de planes radical, que indicaba que algo potente se estaba tramando entre los pocos que conocían la jugada. En vez de empezar el día con el Consejo de Ministros, convocado a las 9.30, se adelantó el Consejo de Seguridad Nacional, en el que participan 13 miembros del Gobierno, algo más de la mitad, y que estaba convocado a las once. Se hace en la segunda planta, en la llamada sala internacional. Félix Bolaños participó solo un momento y salió rápidamente. María Jesús Montero ni siquiera entró. Los ministros que no son miembros de este órgano esperaban abajo, en la salita en la que suelen tomar café antes del Consejo de Ministros. A algunos les tocaría estar ahí casi cuatro horas, hasta que a las 13.15 empezó finalmente el consejo previsto a las 9.30, comiendo las tortillas que les iban poniendo los trabajadores de la casa para amenizar el retraso.
