Martes, una de la tarde, día de lluvia, prisas y atascos en Madrid. Sara Giménez llega apurada a la cita en la sede en Madrid de la Fundación Secretariado Gitano, un antiguo colegio en el barrio de El Pozo del Tío Raimundo, donde hasta no hace tantas décadas se levantaba un poblado chabolista. Giménez arrastra el bolsazo con el portátil, el abrigo, el paraguas y una maletilla con ruedas porque viene directa del tren que la trae de Huesca, donde reside, y adonde va y viene cada semana siguiendo, dice, la tradición nómada de su pueblo, y de su familia. De hecho, su hermano mayor nació en Argentina, adonde sus padres, vendedores ambulantes, iban y venían a vender telas al lote desde España hace medio siglo. Hechas las presentaciones, el fotógrafo le pide posar con la vara de hombre de respeto de su padre, Emilio, que ella se trajo de casa cuando fue elegida presidenta de la Fundación, y que ha colocado en el lugar de honor de su despacho. Puede que, al venir desde la estación de Atocha, haya visto la extinta sede madrileña de Ciudadanos, el partido por el que fue diputada por Madrid entre 2019 y 2023, antes de todas sus debacles electorales. Por algo hay que empezar la charla.
600 AÑOS EN ESPAÑA
Sara Giménez (Huesca, 48 años) lleva toda su vida siendo la primera de su familia siendo o haciendo algo. La primera en acabar la secundaria, la primera en acabar el bachillerato, la primera universitaria, la primera en esquiar. Pero no solo en su familia, sino en su etnia, la gitana. Fue la primera diputada gitana de Ciudadanos, la primera representante gitana en el Consejo de Europa. Todo, desde que, de pequeñita, se fijó en sus compañeras no gitanas del colegio y quiso, como ellas, tener el futuro personal y laboral abierto y no circunscrito a lo que se esperaba de ella en casa. Desde entonces, no ha parado de romper techos y ensanchar marcos. Actual directora general de la Fundación Secretariado Gitano, Giménez piensa aprovechar a fondo 2025, declarado por el Gobierno Año del Pueblo Gitano, al cumplirse 600 de la llegada del pueblo gitano a España, para que su etnia deje atrás la exclusión, la discriminación y la pobreza. Todos los días cuentan.
