Piense en masas de datos circulando a la velocidad de la luz. Imagine un uno seguido de 21 ceros. Es un zettabyte y equivale a un sextillón de bytes, las unidades básicas de información en informática y telecomunicaciones. Son piezas de caza deseadas por los ladrones de información para suplantar, controlar, asaltar o chantajear a particulares y empresas. Imaginar ese objeto de deseo es un paso para entender cómo funcionan las leyes de Darwin en la selva de la información, donde la ciberseguridad es un negocio en alza y un foco de debate sobre la seguridad y los límites de la privacidad. Este año, el tráfico de datos superará los 180 zettabytes tras crecer a tasas del 23% compuesto en los últimos ejercicios, según detalla el Plan Digital España 2025. La proliferación del robo de datos ha disparado el negocio global de la ciberseguridad. En 2025, la cifra de negocio se situará entre un mínimo de 203.000 millones de dólares -196.714 millones de euros-(International Data Corporation) y un máximo de 266.000 millones (Gartner). Para 2030, las previsiones apuntan a un mínimo de 300.000 millones (IDC) y un máximo de 600.000 millones (Markets and Markets).
